Sin duda vivimos tiempos muy difíciles. A veces, es como si viviéramos una película de ciencia ficción o de terror. Porque hemos tenido que aprender a cambiar nuestra forma de vivir. A entender que la distancia social, las mascarillas y el lavarnos las manos en forma constante son las mejores herramientas de prevención.
Pero, aunque sepamos cómo cuidarnos, el temor al contagio del Covid-19 ha paralizado el país y lo peor, es que también nos muestra de frente la terrible inequidad en que vivimos los chilenos. Por un lado, se llama a quedarse en casa, pero por otro, muchos son los que no pueden quedarse en casa porque tienen que salir a trabajar. Es la muerte versus al tener que comer. Es escalofriante porque el peak de la pandemia aun no lo hemos vivido.
¿Quién respalda a los trabajadores y trabajadoras? El gobierno de Piñera ofrece el bono Covid-19 que son 50 mil pesos por una sola vez, para los economistas de la Fundación Sol estiman que ese bono, en el mejor de los casos, llegará al 15% de los trabajadores más desprotegidos. ¿Qué más? Por el momento nada más en concreto. Solo desempleo, cartas de despidos, usos de fondos de cesantía y sálvese quien pueda.
La incertidumbre sigue creciendo.
Por eso en el Día del trabajador y la trabajadora quiero apoyar el esfuerzo sostenido que cada familia está haciendo. Que este “retorno seguro” a la “nueva normalidad” no puede ser sin cuidarnos ni tampoco sin exigir nuestros derechos de seguridad y cuidado de nuestra salud en los trabajos.
No podemos permitir sacrificios como anteponer la economía por sobre la vida. Y debemos estar atentos para que las empresas se hagan responsables de dotar a sus trabajadores los equipos de seguridad y velen por el cumplimiento de las normas para proteger de no contraer esta enfermedad.
Sabemos que se vienen tiempos difíciles, pero también es el momento de volver a plantearnos nuevas formas de vida, que estos tiempos obligados en cuarentena y encerrados en nuestras casas sin contacto con nuestros familiares, abuelos y seres queridos sirva para entender cuáles deben ser las prioridades en nuestra vida.
Y también, ¿por qué no?, replantearnos nuestra economía y que incluya criterios medioambientales y climático, para combinar ecología y economía. Que entendamos que el derecho a la salud, el derecho al agua, el derecho a una vida justa y digna debe ser para todos.
Cristina Soto Messina